8 de Abril
SÁBADO SANTO DE LA
SEPULTURA DEL SEÑOR
Rojo
1. Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece
en ayuno y oración, junto al sepulcro del Señor, meditando en su pasión y
muerte, así como en su descenso al lugar de los muertos, y esperando su
resurrección.
2. Manteniendo el altar enteramente desnudo, la
Iglesia se abstiene de celebrar el sacrificio de la Misa hasta que, después de
la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda la alegría
pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta días subsiguientes.
3. Este día la sagrada Comunión puede
administrarse sólo como viático.
DOMINGO
DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
VIGILIA
PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
MR.
pp. 316 - 342 (318 - 344) / Lecc. I: pp. 829 - 849. Blanco
1.
Según
una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor del Señor (Ex
12, 42). Los fieles, llevando en la mano –según la exhortación evangélica (Lc
12, 35– 37)– lámparas encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de
su Señor para que, cuando él vuelva, los encuentre vigilantes, y los haga
sentar a su mesa.
2.
La
Vigilia de esta noche, la más grande y noble de todas las solemnidades, sea una
sola para cada una de las iglesias. Así esta celebración de la Vigilia se
desarrolla de la siguiente manera: después de la breve liturgia de la luz o
“lucernario” y del Pregón pascual (primera parte de la Vigilia), la santa
Iglesia, llena de fe en las palabras y promesas del Señor, medita los portentos
que él obró desde el principio a favor de su pueblo (segunda parte o liturgia
de la palabra), y cuando el día está por llegar, encontrándose ya acompañada de
sus nuevos miembros, renacidos en el Bautismo (tercera parte), es invitada a la
mesa que el Señor ha preparado para su pueblo por medio del memorial de su
muerte y resurrección, hasta que vuelva (cuarta parte).
3.
Toda
la celebración de la Vigilia Pascual se debe hacer en la noche, de modo que no
debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar después
del alba del domingo.
4.
La
Misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la media noche, es ya la Misa
pascual del domingo de Resurrección.
5.
Quien
participa en la Misa de la noche, puede comulgar también en la Misa del día.
Quien celebra o concelebra la Misa de la noche, puede celebrar o concelebrar
también la Misa del día.
La
Vigilia Pascual ocupa el lugar del Oficio de lectura.
6.
El
diácono asiste como de costumbre al sacerdote. En su ausencia, su ministerio lo
asumen el sacerdote celebrante o un concelebrante, con excepción de lo que se
indica más adelante. El sacerdote y el diácono se revisten, desde el principio,
como para la Misa, con vestiduras blancas.
7.
Prepárense
suficientes velas para todos los fieles que participen en la Vigilia. Se apagan
todas las luces de la iglesia.
Primera parte:
SOLEMNE INICIO DE LA VIGILIA, O
“LUCERNARIO”
Bendición
del fuego y preparación del cirio
8.
En
un lugar adecuado, fuera de la iglesia, se prepara un fuego que llamee. Congregado ahí el pueblo, llega el sacerdote
con los ministros. Uno de los ministros lleva el cirio pascual. No se usan ni
la cruz procesional, ni los ciriales. Si
las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la iglesia, todo este
rito se desarrolla como se indica en el n. 13.
9.
El
sacerdote y los fieles se signan, mientras él dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,
y enseguida saluda al pueblo, como de costumbre, le hace una breve monición
sobre la vigilia de esta noche, con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos:
En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo
pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados
por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos, pues,
juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando en sus sacramentos,
con la esperanza cierta de participar también en su triunfo sobre la muerte y
de vivir con él para siempre en Dios.
10. Enseguida el sacerdote bendice el fuego,
diciendo con las manos extendidas:
Oremos.
Dios nuestro, que por medio de tu
Hijo comunicaste a tus fieles el fuego de tu luz, santifica + este fuego nuevo y concédenos que, al celebrar
estas fiestas pascuales, se encienda en nosotros el deseo de las cosas
celestiales, para que podamos llegar con
un espíritu renovado a las fiestas de la eterna claridad.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
11. Una vez bendecido el fuego nuevo, uno de los
ministros lleva el cirio pascual ante el celebrante. Éste, con un punzón, grava
una cruz en el cirio. Después, traza sobre él, la letra griega Alfa, y, debajo,
la letra Omega; entre los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en
curso, mientras dice:
1.
2.
Principio y fin,
traza la línea horizontal;
3.
Alfa
traza la letra Alfa, arriba de la línea vertical;
4.
y Omega.
traza la letra Omega, debajo de la línea vertical;
5.
Suyo es el tiempo
traza el primer número del año en curso, en el
ángulo superior izquierdo de la cruz; 6.
y la eternidad.
traza
el segundo número del año en curso, en el ángulo superior derecho;
7.
A él la gloria y el poder,
traza
el tercer número del año en curso, en el ángulo inferior izquierdo;
8.
por los siglos de los siglos. Amén.traza el cuarto número del año en curso, en el
ángulo inferior derecho.
12. Después de haber trazado la cruz y los demás
signos el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en
forma de cruz diciendo al mismo tiempo:
1.
2.
gloriosas,
3.
nos proteja
4.
y nos guarde
5.
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
13. Cuando por alguna razón no se puede encender
el fuego fuera de la Iglesia, el rito se acomoda a las circunstancias. El pueblo se reúne como de costumbre en la
iglesia. El celebrante con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio
pascual, se dirige a la puerta de entrada.
El pueblo, en cuanto sea posible, se vuelve hacia el sacerdote. Hecho el
saludo y la monición como se indica en el número 9, enseguida se bendice el
fuego y se prepara el cirio como se indica en los número 10 - 12. 14. El
celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:
Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las
tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu.
Procesión
15.
Encendido el cirio, uno de los ministros, si se utiliza el incensario, toma del
fuego unos carbones ardientes y los coloca en el incensario, y el sacerdote, en
la forma acostumbrada, pone el incienso. El diácono o, en su ausencia otro
ministro idóneo, recibe de un ministro el cirio pascual y se dispone la
procesión. El turiferario con el incensario humeante se coloca adelante del
diácono o del otro ministro, que lleva el cirio pascual. Siguen el sacerdote,
los ministros y luego el pueblo, que llevan todos en la mano las velas
apagadas.
En
la puerta de la iglesia, el diácono o el sacerdote celebrante, eleva el cirio y
canta:
V. Luz de Cristo.
Y
todos responden:
R.
Demos gracias a Dios.
El
sacerdote enciende su vela de la llama del cirio pascual.
16. Enseguida el diácono o el sacerdote
celebrante, avanza hasta la mitad de la iglesia, se detiene y elevando el
cirio, canta por segunda vez:
Luz de Cristo.
Y
todos responden:
Demos gracias a Dios.
Todos
encienden su vela de la llama del cirio pascual y avanzan.
17. Al llegar ante el altar, el diácono o el
sacerdote celebrante, vuelto hacia el pueblo, eleva el cirio y canta por
tercera vez:
Luz de Cristo.
Y
todos responden:
Demos gracias a Dios.
A continuación el diácono o el sacerdote
celebrante, pone el cirio pascual en el candelabro que está preparado junto al
ambón o, en medio del presbiterio.
Y
entonces se encienden las luces de la iglesia, con excepción de las velas del
altar.
Pregón pascual
18.
Cuando
el sacerdote llega al altar, se dirige a la sede, entrega su vela a un
ministro, pone y bendice el incienso como lo hace en la Misa antes del
Evangelio. El diácono se acerca al sacerdote y diciendo: Padre, dame tu bendición, pide y recibe la bendición del sacerdote, el cual dice en voz
baja:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que
proclames dignamente su Pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo +, y del Espíritu Santo. Y el diácono responde: Amén.
Esta
bendición se omite si el Pregón pascual es proclamado por otro que no sea
diácono.
19.
El
diácono, habiendo incensado el libro y el cirio, proclama el Pregón pascual
desde el ambón o desde un atril. Todos permanecen de pie, teniendo en sus manos
las velas encendidas.
El
Pregón pascual puede ser proclamado, en ausencia del diácono, por el mismo
sacerdote o por otro presbítero concelebrante. Pero si, en caso de necesidad,
un cantor laico proclama el Pregón, omite las palabras Por eso, queridos hermanos, hasta el final del invitatorio, así como el saludo: El Señor esté con ustedes.
El
Pregón puede cantarse también en su forma breve, p. 74.
Forma larga del Pregón pascual
Alégrense, por fin, los coros de los
ángeles, alégrense las jerarquías del cielo y, por la victoria de rey
tan poderoso, que las trompetas anuncien la salvación.
Goce también la tierra, inundada
de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del rey eterno, se sienta
libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la
Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este recinto con las
aclamaciones del pueblo.
[Por eso, queridos hermanos, que
asisten a la admirable claridad de esta luz santa, invoquen conmigo la
misericordia de Dios omnipotente, para que aquel que, sin mérito mío, me agregó
al número de los ministros, complete mi alabanza a este cirio, infundiendo el
resplandor de su luz].
[V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu].
V. Levantemos el
corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias
al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y
necesario.
En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón, a Dios invisible,
el Padre todopoderoso, y a su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros
al eterno Padre la deuda de Adán, y ha borrado con su sangre inmaculada la
condena del antiguo pecado.
Porque
éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche en que sacaste de
Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie, sin
mojarse, el Mar Rojo.
Ésta es la noche en que la columna
de fuego esclareció las tinieblas del pecado.
Ésta es la noche que a todos los
que creen en Cristo, por toda la tierra, los arranca de los vicios del mundo y
de la oscuridad del pecado, los restituye a la gracia y los agrega a los
santos.
Ésta es la noche en que, rotas las
cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por
nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella
conoció el momento en que Cristo resucitó del abismo.
Ésta es la noche de la que estaba
escrito: “Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo”.
Y así, esta noche santa ahuyenta
los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a
los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos.
En esta noche de gracia, acepta,
Padre santo, el sacrificio vespertino de alabanza, que la santa Iglesia
te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas.
Sabemos ya lo que anuncia esta
columna de fuego, que arde en llama viva para la gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al
repartirla, porque se alimenta de cera fundida que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa, en que se
une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!
Te rogamos, Señor, que este cirio
consagrado a tu nombre para destruir la oscuridad de esta noche arda sin
apagarse y, aceptado como perfume, se asocie a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso, Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo,
brilla sereno para el linaje humano y vive y reina por los siglos de los
siglos. R. Amén.
Forma breve del Pregón pascual
Alégrense, por fin, los coros de los
ángeles, alégrense las jerarquías del cielo y, por la victoria de rey
tan poderoso, que las trompetas anuncien la salvación.
Goce también la tierra, inundada
de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del rey eterno, se sienta
libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la
Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este recinto con las
aclamaciones del pueblo.
[V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.]
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es
justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón,
a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su Hijo único, nuestro Señor
Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros
al eterno Padre la deuda de Adán, y ha borrado con su sangre inmaculada la
condena del antiguo pecado.
Porque
éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche en que sacaste de
Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie, sin
mojarse, el Mar Rojo.
Ésta es la noche en que la columna
de fuego esclareció las tinieblas del pecado.
Ésta es la noche que a todos los
que creen en Cristo, por toda la tierra, los arranca de los vicios del mundo y
de la oscuridad del pecado, los restituye a la gracia y los agrega a los
santos.
Ésta es la noche en que, rotas las
cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.
¡Qué asombroso beneficio de tu amor
por nosotros! ¡Qué incomparable
ternura y caridad! ¡Para rescatar al
esclavo entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
Y así, esta noche santa ahuyenta
los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a
los tristes.
¡Qué noche tan dichosa, en que se
une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!
En esta noche de gracia, acepta,
Padre santo, el sacrificio vespertino de alabanza, que la santa Iglesia
te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas.
Te rogamos, Señor, que este cirio
consagrado a tu nombre para destruir la oscuridad de esta noche, arda sin
apagarse y, aceptado como perfume, se asocie a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso, Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo,
brilla sereno para el linaje humano y vive y reina por los siglos de los
siglos. R. Amén.
Segunda parte:
LITURGIA DE LA PALABRA
20.
En
esta Vigilia, “madre de todas las Vigilias”, se proponen nueve lecturas, siete
del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (la Epístola y el Evangelio), que deben
ser leídas todas, siempre que sea posible, para conservar la índole de la
Vigilia, la cual exige que dure un tiempo prolongado.
21.
Sin
embargo, donde lo pidan circunstancias pastorales verdaderamente graves, puede
reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase siempre en
cuenta que la lectura de la Palabra de Dios, es parte fundamental de esta
Vigilia Pascual. Deben leerse, por lo menos tres lecturas del Antiguo Testamento,
tomadas de la Ley y de los Profetas, y cántense sus respectivos salmos
responsoriales. Nunca se omita la tercera lectura, tomada del capítulo 14 del
Éxodo, con su cántico.
22.
Todos
apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote
exhorta a la asamblea con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos, habiendo iniciado solemnemente la Vigilia
Pascual, escuchemos con recogimiento la palabra de Dios. Meditemos cómo, en la
antigua alianza, Dios salvó a su pueblo y en la plenitud de los tiempos, envió
al mundo a su Hijo para que nos redimiera. Oremos para que Dios lleve a su
plenitud la obra de la redención realizada por el misterio pascual.
23.
Siguen
luego las lecturas. Un lector va al ambón y proclama la lectura. Después el
salmista o cantor, dice el salmo, alternando con las respuestas del pueblo.
Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice: Oremos, y, después de que todos han orado en
silencio durante unos momentos, dice la oración que corresponde a la lectura.
En
lugar del salmo responsorial, se puede guardar un momento de silencio sagrado.
En este caso se omite la pausa después del Oremos.
MONICIÓN 1a. LECTURA |
|
Dios es el
Supremo Hacedor. El hombre, su obra cumbre, es la más amada de las criaturas. |
PRIMERA LECTURA
Vio
Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Del libro del
Génesis: 1, 1 — 2, 2
En el principio creó Dios el cielo
y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del
abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie
de las aguas.
Dijo Dios: “Que exista la luz”, y
la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las
tinieblas. Llamó a la luz “día” y a las tinieblas, “noche”. Fue la tarde y la
mañana del primer día.
Dijo Dios: “Que haya una bóveda
entre las aguas, que separe unas aguas de otras”. E hizo Dios una bóveda y
separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó
Dios a la bóveda “cielo”. Fue la tarde y la mañana del segundo día.
Dijo Dios: “Que se junten las aguas
de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco”. Y así fue.
Llamó Dios “tierra” al suelo seco y “mar” a la masa de las aguas. Y vio Dios
que era bueno.
Dijo Dios: “Verdee la tierra con
plantas que den semilla y árboles que den fruto y semilla, según su especie,
sobre la tierra”. Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía
semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según
su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.
Dijo Dios: “Que haya lumbreras en
la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones,
los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra”.
Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el
día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso
las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día
y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la
tarde y la mañana del cuarto día.
Dijo Dios: “Agítense las aguas con
un hervidero de seres vivientes y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la
bóveda del cielo”. Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que
en el agua se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también el mundo de
las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los bendijo, diciendo:
“Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas del mar; que las aves se
multipliquen en la tierra”. Fue la tarde y la mañana del quinto día.
Dijo Dios:
“Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales
domésticos, reptiles y fieras, según sus especies”. Y así fue. Hizo Dios las
fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada uno según su
especie. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: “Hagamos al hombre a
nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del
cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la
tierra”.
Y creó Dios al hombre a su imagen;
a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo:
“Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los
peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la
tierra”.
Y dijo Dios: “He aquí que les entrego
todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los
árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas
las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles
de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las
verdes plantas”. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy
bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y
la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el
séptimo día de todo cuanto había hecho.
Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.
O
bien: Forma breve
Del libro del Génesis: 1, 1. 26– 31
En el principio creó Dios el cielo
y la tierra. Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que
domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a
todo animal que se arrastra sobre la tierra”.
Y creó Dios al hombre a su imagen;
a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo:
“Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los
peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la
tierra”.
Y dijo Dios: “He aquí que les
entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos
los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de
alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo,
a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les
doy por alimento las verdes plantas”.
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo
encontró muy bueno. Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL Del
salmo 103
R/. Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa
es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un
manto. R/.
Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para
siempre. Con un vestido de mares la cubriste y las aguas en los montes
concentraste. R/.
En los valles haces brotar las fuentes, que van
corriendo entre montañas; junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan
entre las ramas. R/.
Desde tu cielo riegas los montes y sacias la tierra del
fruto de tus manos; haces brotar hierba para los ganados y pasto para los que
sirven al hombre. R/.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las
hiciste con maestría! La tierra está llena de tus creaturas. Bendice al Señor,
alma mía. R/.
ORACION DESPUÉS DE LA LECTURA
24. Después de la primera lectura: La creación
(Gen 1, 1— 2, 2; o bien, en forma breve, 1, 1. 26– 31), y el salmo (32 ó 103).
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, que en todas las obras de tu
amor te muestras admirable, concede a quienes has redimido, comprender que
el sacrificio de Cristo, nuestra Pascua, en la plenitud de los tiempos,
es una obra más maravillosa todavía que la misma creación del mundo. Por
Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
O
bien: Creación del hombre.
Oremos.
Dios nuestro, que de modo
admirable creaste al hombre y de modo más admirable aún lo redimiste,
concédenos sabiduría de espíritu, para resistir a los atractivos del pecado y
poder llegar así a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
MONICIÓN 2a. LECTURA |
|
Abraham,
dispuesto a sacrificar a su hijo, es figura de Dios Padre, que ofrece a su
propio hijo para nuestra salvación. |
SEGUNDA LECTURA
El
sacrificio de nuestro patriarca Abraham. Del libro del Génesis: 22,
1– 18
En aquel tiempo, Dios le puso una
prueba a Abraham y le dijo: “¡Abraham, Abraham!” Él respondió: “Aquí estoy”. Y
Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región
de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré”.
Abraham madrugó, aparejó su burro,
tomó consigo a dos de sus criados y a su hijo Isaac; cortó
leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que Dios le había
indicado. Al tercer día divisó a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus
criados: “Quédense aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá, para
adorar a Dios y después regresaremos”.
Abraham tomó la leña para el
sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el
cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a su padre Abraham: “¡Padre!” Él
respondió: “¿Qué quieres, hijo?” El muchacho contestó: “Ya tenemos fuego y leña,
pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?” Abraham le contestó: “Dios
nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío”. Y siguieron caminando
juntos.
Cuando llegaron al sitio que Dios
le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su
hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para
degollarlo.
Pero el ángel del Señor
lo llamó desde el cielo y le dijo: “¡Abraham, Abraham!” Él contestó: “Aquí
estoy”. El ángel le dijo: “No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas
daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único”.
Abraham levantó los ojos y vio un
carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el
carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abraham puso por
nombre a aquel sitio “el Señor provee”, por lo que aun el día de hoy se dice:
“el monte donde el Señor provee”.
El ángel del Señor volvió a llamar
a Abraham desde el cielo y le dijo: “Juro por mí mismo, dice el Señor, que por
haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y
multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar.
Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán
bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras”.
Palabra de Dios. R/.
Te alabamos, Señor.
O
bien: Forma breve
Del libro del Génesis: 22,
1– 2. 9 - 13. 15– 18
En aquel tiempo, Dios le puso una
prueba a Abraham y le dijo: “¡Abraham, Abraham!” Él respondió: “Aquí estoy”. Y
Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región
de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré”.
Cuando llegaron al sitio que Dios
le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su
hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para
degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó
desde el cielo y le dijo: “¡Abraham, Abraham!” Él contestó: “Aquí estoy”. El
ángel le dijo: “No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo
que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único”.
Abraham levantó los ojos y vio un
carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el
carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
El ángel del Señor volvió a llamar
a Abraham desde el cielo y le dijo: “Juro por mí mismo, dice el Señor, que por
haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y
multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar.
Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán
bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras”.
Palabra de Dios. R/. Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL Del
salmo 15
R/. Protégeme, Dios mío, porque me
refugio en ti.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi
vida está en sus manos. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado,
jamás tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo
vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que sufra
yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu
presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.
ORACION DESPUÉS DE LA LECTURA
25. Después de la segunda lectura: El sacrificio
de Abraham (Gen 22, 1– 18; o bien, en forma breve, 1– 2. 9 - 13. 15– 18), y el
salmo (15).
Oremos.
Dios nuestro, excelso Padre de
los creyentes, que por medio de la gracia de la adopción y por el misterio
pascual sigues cumpliendo la promesa hecha a Abraham de multiplicar su
descendencia por toda la tierra y de hacerlo el padre de todas las naciones, concede
a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamada. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R/.
Amén.
MONICIÓN 3a. LECTURA |
|
La
liberación de los israelitas luego de atravesar el Mar rojo, es figura de la
salvación que obtenemos por medio del agua del Bautismo. |
TERCERA LECTURA
Los
israelitas entraron en el mar sin mojarse. Del libro del Éxodo: 14,
15 — 15, 1
En aquellos días, dijo el Señor a
Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Diles a los israelitas que se pongan en
marcha. Y tú, alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para
que los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón
de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas del
faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes. Cuando me haya cubierto
de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes, los egipcios sabrán
que yo soy el Señor”.
El ángel del Señor, que iba al
frente de las huestes de Israel, se colocó tras ellas. Y la columna de nubes
que iba adelante, también se desplazó y se puso a sus espaldas, entre el
campamento de los israelitas y el campamento de los egipcios. La nube era
tinieblas para unos y claridad para otros, y así los ejércitos no trabaron
contacto durante toda la noche.
Moisés extendió la mano sobre el
mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este,
que secó el mar, y dividió las aguas. Los israelitas entraron en el mar y no se
mojaban, mientras las aguas formaban una muralla a su derecha y a su izquierda.
Los egipcios se lanzaron en su persecución y toda la caballería del faraón, sus
carros y jinetes, entraron tras ellos en el mar.
Hacia el amanecer, el Señor miró
desde la columna de fuego y humo al ejército de los egipcios y sembró entre
ellos el pánico. Trabó las ruedas de sus carros, de suerte que no avanzaban
sino pesadamente. Dijeron entonces los egipcios: “Huyamos de Israel, porque el
Señor lucha en su favor contra Egipto”.
Entonces el Señor le dijo a
Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que vuelvan las aguas sobre los
egipcios, sus carros y sus jinetes”. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y
al amanecer, las aguas volvieron a su sitio, de suerte que al huir, los
egipcios se encontraron con ellas, y el Señor los derribó en medio del mar.
Volvieron las aguas y cubrieron los carros, a los jinetes y a todo el ejército
del faraón, que se había metido en el mar para perseguir a Israel. Ni uno solo
se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban
por lo seco en medio del mar. Las aguas les hacían muralla a derecha e
izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio
a los egipcios, muertos en la orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del
Señor sobre los egipcios, y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en
Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico
al Señor:
SALMO RESPONSORIAL Exodo
15
R/. Alabemos al Señor por su victoria.
Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y
jinetes arrojó en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, él es mi
salvación; él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo le
cantaré. R/.
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor.
Precipitó en el mar los carros del faraón y a sus guerreros; ahogó en el Mar
Rojo a sus mejores capitanes. R/.
Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como
piedras. Señor, tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al
enemigo. R/.
Tú llevas a tu pueblo para
plantarlo en el monte que le diste en herencia, en el lugar que convertiste en
tu morada, en el santuario que construyeron tus manos. Tú, Señor, reinarás para
siempre. R/.
ORACION DESPUÉS DE LA LECTURA
26. Después de la tercera lectura: El paso del
Mar Rojo (Ex 14, 15— 15, 1), y su cántico (Ex 15).
Oremos.
Señor Dios, cuyos antiguos
prodigios los percibimos resplandeciendo también en nuestros tiempos, puesto
que aquello mismo que realizó la diestra de tu poder para liberar a un solo
pueblo de la esclavitud del faraón, lo sigues realizando también ahora, por
medio del agua del bautismo para salvar a todas las naciones, concede que todos
los hombres del mundo lleguen a contarse entre los hijos de Abraham y
participen de la dignidad del pueblo elegido. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
O
bien:
Oremos.
Dios nuestro, que manifestaste a
la luz del Nuevo Testamento el sentido profundo de los prodigios realizados en
los tiempos antiguos, dejándonos ver en el paso del Mar Rojo, una imagen del
bautismo y en el pueblo liberado de la esclavitud, un anuncio de los
sacramentos del pueblo cristiano, haz que todos los hombres, mediante la fe,
participen del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción
santificadora de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
MONICIÓN 4a. LECTURA |
|
El “Amor
esponsal” de Dios, reviste de gloria a su pueblo, y hace de él la “nueva
Jerusalén”. |
CUARTA LECTURA
Con
amor eterno se ha apiadado de ti tu redentor. Del libro del profeta
Isaías: 54, 5– 14
“El que te creó, te tomará por
esposa; su nombre es ‘Señor de los ejércitos’. Tu redentor es el Santo de
Israel; será llamado ‘Dios de toda la tierra’. Como a una mujer abandonada y
abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la
juventud?, dice tu Dios.
Por un instante te abandoné, pero
con inmensa misericordia te volveré a tomar. En un arrebato de ira te oculté un
instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor,
tu redentor.
Me pasa ahora como en los días de
Noé: entonces juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra;
ahora juro no enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer
los montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá
y mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor, el que
se apiada de ti.
Tú,
la afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He aquí que yo
mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos sobre zafiros; te
pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda y murallas de piedras
preciosas.
Todos tus hijos serán discípulos
del Señor, y será grande su prosperidad. Serás consolidada en la justicia.
Destierra la angustia, pues ya nada tienes que temer; olvida tu miedo, porque
ya no se acercará a ti”.
Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL Del
salmo 29
R/. Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí
mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me
reviviste. R/.
Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su
nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El
llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. R/.
Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi
ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. R/.
ORACION DESPUÉS DE LA LECTURA
27. Después de la cuarta lectura: La nueva Jerusalén (Is 54, 5– 14),
y el salmo (29).
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno,
multiplica, en honor a tu nombre, cuanto prometiste a nuestros padres en la fe
y acrecienta la descendencia por ti prometida mediante la santa adopción
filial, para que aquello que los antiguos patriarcas no dudaron que
habría de acontecer, tu Iglesia advierta que ya está en gran parte cumplido.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
La
oración anterior puede sustituirse por alguna de las que siguen, cuando sus
lecturas correspondientes vayan a omitirse.
MONICIÓN 5a. LECTURA |
|
La
salvación es un don gratuito de Dios, destinado a todos los hombres y mujeres
de buena voluntad. |
QUINTA LECTURA
Vengan
a mí y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua. Del libro
del profeta Isaías: 55, 1– 11
Esto dice el Señor:
“Todos ustedes, los que tienen sed, vengan
por agua; y los que no tienen
dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por qué
gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta?
Escúchenme atentos y comerán bien,
saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y
vivirán.
Sellaré con ustedes una alianza
perpetua, cumpliré las promesas que hice a David. Como a él lo puse por testigo
ante los pueblos, como príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás a
un pueblo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán a ti, por
amor del Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te ha honrado.
Busquen al Señor mientras lo
pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su
camino, y el criminal, sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad; a
nuestro Dios, que es rico en perdón.
Mis pensamientos no son los
pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos. Porque así como
aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los de ustedes y
mis pensamientos a sus pensamientos.
Como bajan del cielo la lluvia y
la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y
hacerla germinar a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así
será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino
que hará mi voluntad y cumplirá su misión”. Palabra de Dios. R/. Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Isaías
12
R/. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador,
con él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi
salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los
pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la
tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido
grande con ustedes. R/.
ORACION DESPUÉS DE LA LECTURA
28. Después de la quinta lectura: La salvación que se ofrece
gratuitamente a todos (Is 55, 1– 11), y el cántico (Is 12).
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno,
única esperanza del mundo, tú que anunciaste, por voz de los profetas, los
misterios que estamos celebrando esta noche, multiplica en el corazón de tu
pueblo los santos propósitos porque no podría ningún santo anhelo alcanzar
crecimiento sin el impulso que procede de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
MONICIÓN 6a. LECTURA |
|
Cristo es
la Sabiduría de Dios en Persona, acerquémonos a Él para recibir la salvación
que nos ofrece. |
SEXTA LECTURA
Sigue
el camino que te conduce a la luz del Señor.
Del libro del profeta Baruc: 3, 9– 15. 32–
4, 4
Escucha, Israel, los mandatos de
vida, presta oído para que adquieras prudencia. ¿A qué se debe, Israel, que
estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra extranjera, que te hayas
contaminado por el trato con los muertos, que te veas contado entre los que
descienden al abismo?
Es que abandonaste la fuente de la
sabiduría. Si hubieras seguido los senderos de Dios, habitarías en paz
eternamente.
Aprende dónde están la prudencia,
la inteligencia y la energía, así aprenderás dónde se encuentra el secreto de
vivir larga vida, y dónde la luz de los ojos y la paz. ¿Quién es el que halló
el lugar de la sabiduría y tuvo acceso a sus tesoros? El que todo lo sabe, la
conoce; con su inteligencia la ha escudriñado. El que cimentó la tierra para
todos los tiempos, y la pobló de animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y
ella va, la llama, y temblorosa le obedece; llama a los astros, que brillan
jubilosos en sus puestos de guardia, y ellos le responden: “Aquí estamos”, y
refulgen gozosos para aquel que los hizo. Él es nuestro Dios y no hay otro como
él; él ha escudriñado los caminos de la sabiduría y se la dio a su hijo Jacob,
a Israel, su predilecto. Después de esto, ella apareció en el mundo y convivió
con los hombres.
La sabiduría es el libro de los
mandatos de Dios, la ley de validez eterna; los que la guardan, vivirán, los
que la abandonan, morirán.
Vuélvete a ella, Jacob, y
abrázala; camina hacia la claridad de su luz; no entregues a otros tu gloria,
ni tu dignidad a un pueblo extranjero. Bienaventurados nosotros, Israel, porque
lo que agrada al Señor nos ha sido revelado.
Palabra de Dios. R/. Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del
salmo 18
R/. Tú tienes, Señor, palabras de vida
eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el
alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría
para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. R/. La
voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son
verdaderos y enteramente justos. R/.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas las
normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal que gotea. R/.
ORACION DESPUÉS DE LA LECTURA
29. Después de la sexta lectura: La fuente de la
sabiduría (Bar 3, 9– 15. 32— 4, 4), y el salmo (18).
Oremos.
Dios nuestro, que haces crecer
continuamente a tu Iglesia con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate
proteger siempre con tu gracia a quienes has purificado
con el agua del bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
MONICIÓN 7a. LECTURA |
|
El Dios de
nuestros padres, por su Hijo, hace de nosotros, nuevas criaturas. |
SÉPTIMA LECTURA
Los
rociaré con agua pura y les daré un corazón nuevo. Del libro del
profeta Ezequiel: 36, 16 - 28
En aquel tiempo, me fue dirigida
la palabra del Señor en estos términos: “Hijo de hombre, cuando los de la casa
de Israel habitaban en su tierra, la mancharon con su conducta y con sus obras;
como inmundicia fue su proceder ante mis ojos. Entonces descargué mi furor
contra ellos, por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo
profanado con sus idolatrías. Los dispersé entre las naciones y anduvieron
errantes por todas las tierras. Los juzgué según su conducta, según sus
acciones los sentencié. Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron
mi santo nombre, haciendo que de ellos se dijera: ‘Éste es el pueblo del Señor,
y ha tenido que salir de su tierra’.
Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las
naciones a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel:
‘Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo mostraré
la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre las naciones.
Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor, cuando, por medio de ustedes
les haga ver mi santidad.
Los sacaré a ustedes de entre las
naciones, los reuniré de todos los países y los llevaré a su tierra. Los
rociaré con agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas
sus inmundicias e idolatrías.
Les daré un corazón nuevo y les
infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les
daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis
preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán en la tierra que di a
sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios’”. Palabra de Dios. R/. Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL De los salmos 41 y 42
R/. Estoy sediento del Dios que da la
vida.
Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada,
mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.
Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo
será posible ver de nuevo su templo? R/.
Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando,
jubilosos, alabanzas a Dios. R/.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se
conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú
habitas. R/.
Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi
alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara. R/.
O
bien, cuando hay bautizos:
SALMO RESPONSORIAL Isaías
12
R/.
Sacarán agua con gozo de la fuente de
salvación.
El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y
nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los
pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la
tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido
grande con ustedes. R/.
O bien: SALMO RESPONSORIAL Del
salmo 50
R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Crea en mí, Señor, un corazón
puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor,
lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R/.
Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí
un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán a ti los
pecadores. R/.
Tú, Señor, no te complaces en los
sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón
contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.
ORACION DESPUÉS DE LA LECTURA
30. Después de la séptima lectura: El corazón
nuevo y el espíritu nuevo (Ez 36, 16– 28), y el salmo (41– 42).
Oremos.
Dios de inmutable poder y eterna luz, mira propicio el
admirable misterio de la Iglesia entera y realiza serenamente, en virtud de tu
eterno designio, la obra de la humana salvación; que todo el mundo vea y
reconozca que los caídos se levantan, que se renueva lo que había envejecido y
que, por obra de Jesucristo, todas las cosas concurren hacia la unidad que
tuvieron en el origen. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.
O
bien:
Oremos.
Señor Dios, que con las enseñanzas de ambos Testamentos
nos instruyes para celebrar el sacramento de la Pascua, haz que comprendamos la
hondura de tu misericordia, para que los dones que hoy recibimos afiancen en
nosotros la esperanza de los bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R/. Amén.
31.
Terminada
la última lectura del Antiguo Testamento, con su salmo responsorial y la
oración correspondiente, se encienden las velas del altar, y el sacerdote
entona el himno Gloria a Dios en el cielo, que todos prosiguen, mientras se tocan las campanas, de
acuerdo con las costumbres de cada lugar.
32.
Terminado
el himno, el sacerdote dice la oración colecta, como de ordinario.
ORACIÓN COLECTA
Oremos.
Dios nuestro, que haces
resplandecer esta noche con la gloria de la resurrección del Señor, aviva en tu
Iglesia el espíritu de adopción filial, para que, renovados en cuerpo y alma,
nos entreguemos fielmente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
MONICIÓN EPÍSTOLA |
|
Por el
Bautismo, resucitamos con Cristo a una vida nueva, la de hijos de Dios y
herederos de su Reino. |
33.
Enseguida
un lector hace la lectura del Apóstol.
EPÍSTOLA
Cristo,
una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 6,
3– 11
Hermanos: ¿No saben ustedes que
todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo,
hemos sido incorporados a él en su muerte? En efecto, por el bautismo fuimos
sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los
muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.
Porque, si hemos estado
íntimamente unidos a él por una muerte semejante a la suya, también lo
estaremos en su resurrección. Sabemos que nuestro hombre viejo fue
crucificado con Cristo, para que el cuerpo del pecado quedara destruido, a fin
de que ya no sirvamos al pecado, pues el que ha muerto queda libre del
pecado.
Por lo tanto, si hemos muerto con
Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él; pues sabemos que
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte
ya no tiene dominio sobre él, porque al morir, murió al pecado de una vez para siempre;
y al resucitar, vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense muertos al
pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.
34. Leída la Epístola, todos se ponen de pie, y el
sacerdote entona solemnemente tres veces, elevando gradualmente su voz, el Aleluya, que todos repiten. Si hace falta, un
salmista canta el Aleluya.
Luego
un salmista o un cantor dice el salmo 117, al que el pueblo responde: Aleluya.
SALMO RESPONSORIAL Del
salmo 117
R/. Aleluya, Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu
misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: «Su misericordia es eterna». R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor
es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo, para contar lo que el Señor
ha hecho. R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la
piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.
35. El sacerdote, como es costumbre, pone incienso
y bendice al diácono. Para el Evangelio no se llevan los ciriales, sino
solamente el incienso.
MONICIÓN DEL EVANGELIO |
|
Alegrémonos
de corazón, pues también Hoy resuena en todo el Planeta el anuncio de los
ángeles: “No está aquí, ha resucitado”. |
EVANGELIO
† Del santo Evangelio según san Mateo: 28,
1– 10
Transcurrido el sábado, al
amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a
ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, porque el ángel del
Señor bajó del cielo y acercándose al sepulcro, hizo rodar la piedra que lo
tapaba y se sentó encima de ella. Su rostro brillaba como el relámpago y sus
vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron
a temblar y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres y les
dijo: “No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está
aquí; ha resucitado, como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde lo
habían puesto. Y ahora, vayan de prisa a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado
de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá lo verán’. Eso es
todo”.
Ellas se alejaron a toda prisa del
sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los
discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se
le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: “No
tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me
verán”.
Palabra del Señor.
R/. Gloria a ti, Señor Jesús.
36. Después del Evangelio, no se omita la homilía,
aunque breve.
Tercera parte:
LITURGIA BAUTISMAL
37.
Después
de la homilía se pasa a la liturgia bautismal. El sacerdote con los ministros
se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista de los
fieles. De lo contrario se pone un recipiente con agua en el presbiterio.
38.
Si
hay catecúmenos, son llamados por su nombre y presentados por los padrinos, o,
si son niños, son llevados por sus papás y sus padrinos frente a toda la
asamblea.
39.
Si
tiene lugar la procesión al bautisterio o a la fuente bautismal, se organiza en
este momento. Va delante el ministro con el cirio pascual; lo siguen los
bautizandos con sus padrinos, enseguida los ministros, el diácono y el sacerdote.
Durante la procesión se cantan las letanías (n. 43). Terminadas las letanías,
el sacerdote hace la monición (n. 40).
40.
Si,
en cambio, se lleva a cabo la liturgia bautismal en el presbiterio, el
sacerdote inmediatamente hace la monición introductoria con estas palabras u
otras semejantes: Si están presentes los que se van a bautizar:
Hermanos, acompañemos con
nuestra oración a quienes anhelan renacer a una nueva vida en la fuente del
bautismo, para que Dios, nuestro Padre, les otorgue su protección y amor.
Si
se bendice la fuente, pero no hay bautismos:
Hermanos, pidamos a Dios todopoderoso, que con su poder santifique
esta fuente bautismal, para que cuantos en el bautismo van a ser
regenerados en Cristo, sean agregados al número de hijos adoptivos de Dios.
41.
Dos
cantores entonan las letanías, a las que todos responden, estando de pie (por
razón del Tiempo pascual).
Si
la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías durante la
procesión; en este caso se llama a los que se van a bautizar, antes de comenzar
la procesión. Se abre la procesión con el cirio pascual, luego siguen los
bautizandos con sus padrinos, después los ministros, el diácono y el sacerdote.
En este caso, la monición precedente se hace antes de la bendición del agua.
42.
Si
no hay bautismos ni bendición de la fuente, omitidas las letanías se procede
inmediatamente a la bendición del agua (n. 54).
43.
En
las letanías se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del
titular de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los patronos de
quienes serán bautizados.
Señor, ten piedad de
nosotros. R/. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad
de nosotros. R/. Cristo, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad
de nosotros. R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Santa María, Madre de Dios, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Miguel, |
R/. ruega por nosotros. |
|
Santos ángeles de Dios, |
R/. rueguen por nosotros. |
|
San Juan Bautista, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San José, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Pedro y san Pablo, |
R/. rueguen por nosotros. |
|
San Andrés, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Juan, |
R/. ruega por nosotros. |
|
Santa María Magdalena, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Esteban, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Ignacio de Antioquía, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Lorenzo, |
R/. ruega por nosotros. |
|
Santas Perpetua y Felícitas, |
R/. rueguen por nosotros. |
|
Santa Inés, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Gregorio, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Agustín, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Atanasio, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Basilio, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Martín, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Benito, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Francisco y santo Domingo, |
R/. rueguen por nosotros. |
|
San Francisco Javier, |
R/. ruega por nosotros. |
|
San Juan María Vianney, |
R/. ruega por nosotros. |
|
Santa Catalina de Siena, |
R/. ruega por nosotros. |
|
Santa Teresa de Jesús, |
R/. ruega por nosotros. |
|
Todos los santos y santas de Dios,
|
R/. rueguen por nosotros. |
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Muéstrate propicio, |
R/. líbranos, Señor. |
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De todo mal, |
R/. líbranos, Señor. |
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De todo pecado, |
R/. líbranos, Señor. |
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De la muerte eterna, |
R/. líbranos, Señor. |
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Por tu encarnación, |
R/. líbranos, Señor. |
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Por tu muerte y resurrección, |
R/. líbranos, Señor. |
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Por el don del Espíritu Santo, |
R/. líbranos, Señor. |
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Nosotros, que somos pecadores, |
R/. te rogamos, óyenos. |
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Si
hay bautismos
Para que estos elegidos renazcan
a la vida nueva por medio del bautismo,
R/. te rogamos, óyenos.
Si
no hay bautismos:
Para que santifiques esta fuente
bautismal por la que renacerán tus hijos a la vida nueva, R/. te
rogamos, óyenos. Jesús, Hijo de Dios vivo, R/. te
rogamos, óyenos.
Cristo,
óyenos. R/. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. R/. Cristo, escúchanos.
Si
hay bautismos, el sacerdote, con las manos extendidas, dice esta oración:
Derrama, Señor, tu infinita bondad
en este sacramento del bautismo y envía tu santo Espíritu, para que haga
renacer de la fuente bautismal a estos nuevos hijos
tuyos, que van a ser santificados por tu gracia, mediante nuestra
humilde colaboración en este ministerio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Bendición del agua bautismal
44.
La
bendición del agua puede ser cantada.
45.
La
aclamación a la bendición del agua también puede ser cantada.
46.
Enseguida
el sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo, con las manos extendidas,
esta oración:
Dios nuestro, que con tu poder
invisible realizas obras admirables por medio de los signos sacramentales y has
hecho que tu creatura, el
agua, signifique de muchas maneras la gracia del bautismo;
Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba
sobre la superficie de las aguas en los mismos principios del mundo,
para que ya desde entonces el agua recibiera el poder de dar la vida;
Dios nuestro, que
incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nuevo nacimiento de
los hombres, al hacer que de una manera misteriosa, un mismo elemento diera fin
al pecado y origen a la virtud;
Dios nuestro, que
hiciste pasar a pie, sin mojarse, el Mar Rojo a los hijos de Abraham, a fin
de que el pueblo, liberado de la esclavitud del faraón, prefigurara al pueblo
de los bautizados;
Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser
bautizado por el Precursor en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu
Santo; suspendido en la cruz, quiso que brotaran de su costado sangre y agua; y
después de su resurrección mandó a sus apóstoles:
“Vayan y enseñen a todas las
naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu
Santo”: mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del
bautismo.
Que por obra del Espíritu Santo
esta agua adquiera la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu
imagen, limpio de su antiguo pecado, por el sacramento del bautismo, renazca a
la vida nueva por el agua y el Espíritu Santo.
Si
es oportuno, introduce el cirio pascual en el agua, una o tres veces, diciendo:
Te pedimos, Señor, que por tu
Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente el poder del Espíritu Santo,
Manteniendo
el cirio dentro del agua, prosigue:
para que todos, sepultados con Cristo en su muerte por
el bautismo, resuciten también con él a la vida nueva. Él, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
47. Enseguida saca el cirio del agua, y el pueblo
dice la siguiente aclamación:
R/. Fuentes
del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo por los siglos.
48. Concluida la bendición del agua bautismal y
dicha la aclamación del pueblo, el sacerdote, de pie, interroga a los adultos y
a los papás o padrinos de los niños, para que hagan la renuncia, como está
indicado en los respectivos Rituales romanos.
Si
no se ha hecho antes la unción de los adultos con el óleo de los catecúmenos en
los ritos inmediatamente preparatorios, se hace en este momento.
49. Enseguida, el sacerdote interroga a cada uno
de los adultos sobre su fe, y también, si se trata de los niños, pide la triple
profesión de fe a todos los papás y padrinos simultáneamente, como se indica en
los respectivos Rituales.
Si
son muchos los que se bautizan puede ordenarse este rito, de tal manera que,
inmediatamente después de la respuesta de los bautizandos, padrinos y papás, el
celebrante pida y reciba la renovación de las promesas bautismales de todos los
presentes.
50. Terminado el interrogatorio, el sacerdote
bautiza a los elegidos adultos y niños.
51. Después del bautismo, el sacerdote unge con el
crisma a quienes no han llegado al uso de razón. Y se entrega a todos, sean
adultos o niños, la vestidura blanca. Luego, el sacerdote o el diácono recibe
el cirio pascual de mano del ministro y se encienden las velas de los neófitos.
El rito del “Effetá” se omite para quienes no han llegado al uso de razón.
52. A continuación, si no tuvieron lugar en el
presbiterio el baño bautismal y los demás ritos explicativos, se retorna al
presbiterio, organizada la procesión como antes, con los neófitos, o padrinos o
papás llevando la vela encendida. Durante la procesión se canta el cántico
bautismal Vidi aquam,
u otro canto apropiado (n. 56).
53. Si los bautizados son adultos, el obispo o, en
su ausencia, el presbítero que confirió el bautismo, adminístreles
inmediatamente el sacramento de la Confirmación en el presbiterio, como se
indica en el Pontifical o en el Ritual Romano.
Bendición del agua
54. Si no hay bautismos ni tampoco se bendice la fuente bautismal,
el sacerdote prepara a los fieles para la bendición del agua, diciendo:
Pidamos, queridos hermanos, a Dios nuestro Señor, que
se digne bendecir esta agua, con la cual seremos rociados en memoria de nuestro
bautismo, y que nos renueve interiormente, para que permanezcamos
fieles al Espíritu que hemos recibido.
Y
después de una breve pausa en silencio, dice la siguiente oración, con las
manos extendidas:
Señor, Dios nuestro, mira con
bondad a este pueblo tuyo, que vela en oración en esta noche santísima,
recordando la obra admirable de nuestra creación y la obra más admirable
todavía, de nuestra redención. Dígnate bendecir +
esta agua, que tú creaste para dar fertilidad a la tierra, frescura y limpieza
a nuestros cuerpos.
Tú, además, convertiste el agua en
un instrumento de tu misericordia: por ella liberaste a tu pueblo de la
esclavitud y en el desierto saciaste su sed; con la imagen del agua viva los
profetas anunciaron la nueva alianza que deseabas establecer con los hombres;
por ella, finalmente, santificada por Cristo en el Jordán, renovaste,
mediante el bautismo que nos da la vida nueva, nuestra naturaleza, corrompida por
el pecado.
Que esta agua nos recuerde ahora
nuestro bautismo y nos haga participar en la alegría de nuestros hermanos, que
han sido bautizados en esta Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Renovación de las promesas bautismales
55. Terminado el rito del Bautismo (y de la
Confirmación) o, si no hubo bautismos, después de la bendición del agua, todos,
de pie y teniendo en sus manos las velas encendidas, hacen la renovación de las
promesas del bautismo, junto con los bautizandos, a no ser que ya se hubieran
hecho (cfr. n. 49).
El
sacerdote se dirige a los fieles, con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hechos
partícipes del misterio pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo,
hemos sido sepultados con él en su muerte para resucitar con él a la vida
nueva. Por eso, culminado nuestro camino cuaresmal, es muy conveniente que
renovemos las promesas de nuestro bautismo, con las cuales un día renunciamos a
Satanás y a sus obras y nos comprometimos a servir a Dios, en la santa Iglesia
católica.
Por consiguiente:
Sacerdote: ¿Renuncian ustedes a Satanás?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus obras?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas
sus seducciones? Todos: Sí, renuncio. O bien:
Sacerdote: ¿Renuncian ustedes al pecado, para vivir
en la libertad de los hijos de Dios?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas las seducciones del
mal, para que el pecado no los esclavice?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian
a Satanás, padre y autor de todo pecado? Todos: Sí, renuncio.
La
Conferencia Episcopal, si lo cree conveniente, puede ajustar más a las
circunstancias locales esta segunda fórmula, sobre todo ahí donde entre los
cristianos se requiera renunciar a las supersticiones, adivinaciones y artes
mágicas.
Prosigue
el sacerdote:
Sacerdote: ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra? Todos:
Sí, creo.
Sacerdote: Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor
nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y
está sentado a la derecha del Padre? Todos:
Sí, creo.
Sacerdote: ¿Creen
en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los
santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la
vida eterna? Todos: Sí, creo. Y el sacerdote concluye:
Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el
Espíritu Santo, nos conserve con su gracia unidos a Jesucristo nuestro Señor,
hasta la vida eterna. Todos:
Amén.
56. El sacerdote rocía al pueblo con el agua
bendita, mientras todos cantan:
ANTÍFONA
Vi brotar agua del lado derecho del templo, aleluya. Vi
que en todos aquellos que recibían el agua, surgía una vida nueva y cantaban
con gozo: Aleluya, aleluya.
Se
puede cantar también algún otro canto de índole bautismal.
57. Mientras tanto los neófitos son conducidos a
su lugar entre los fieles. Si la bendición del agua bautismal no se hizo en el
bautisterio, el diácono y los ministros llevan a la fuente bautismal, con toda
reverencia, un recipiente con el agua bendita.
Si
no hubo bendición de la fuente, el agua bendita se coloca en un lugar
apropiado.
58. Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la
sede, en donde, omitido el Credo,
dirige la oración universal en la cual toman parte los neófitos por primera
vez.
ORACIÓN DE LOS FIELES
En
esta noche de gracia en que el cielo y la tierra exultan en un mismo regocijo,
presentemos confiadamente nuestras peticiones a Cristo, vencedor del pecado y
de la muerte. A cada intención respondemos: Cristo Resucitado, escúchanos.
1.
Por el Papa Francisco, por nuestro Obispo
Gustavo y todos los obispos para que, revestidos de tan brillante luz, anuncien
a todos los pueblos el Evangelio de Cristo. Oremos.
2.
Por los sacerdotes y diáconos de nuestra
arquidiócesis para que, renovados por la esperanza de la Resurrección, sean
ante todos alegres mensajeros de la misericordia de Dios.
Oremos.
3.
Por todos los que en esta noche recibieron
el espíritu de adopción filial por el bautismo, para que, ya
que han sido incorporados plenamente a Cristo, lo imiten en su
obediencia hasta la muerte y puedan participar un día de su Resurrección. Oremos.
4.
Por todos los que sufren para que,
confortados con la ayuda de la gracia, renazcan, en esta noche santa, a una
esperanza nueva. Oremos.
5.
Por los que estamos aquí reunidos, para que
en esta noche más clara que el día, el Señor nos colme con la alegría de su presencia.
Oremos.
Escucha,
Señor estas súplicas de tu lglesia desbordante de alegría y colma su gozo
concediéndole cuanto con fe te pide. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos.
Cuarta parte:
LITURGIA EUCARÍSTICA
59. El sacerdote va al altar y comienza la
liturgia eucarística en la forma acostumbrada.
60. Es conveniente que el pan y el vino sean
presentados por los neófitos o, si son niños, por sus papás o padrinos.
61. ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Recibe, Señor, las súplicas de tu pueblo, junto con los
dones que te presentamos para que los misterios de la Pascua que hemos
comenzado a celebrar, nos obtengan, con tu ayuda, el remedio para conseguir la
vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
62. Prefacio I de Pascua: El Misterio Pascual (en esta
noche), p. 504 (500).
63. En la Plegaria eucarística, se hace memoria de
los bautizados y de los padrinos, según las fórmulas que se encuentran en cada
una de las Plegarias eucarísticas en el Misal y en el Ritual Romano.
64. Antes de decir Éste es el
Cordero de Dios,
el sacerdote puede exhortar brevemente a los neófitos sobre la primera Comunión
que van a recibir y, sobre el valor de tan gran misterio, que es el culmen de
la iniciación y el centro de toda la vida cristiana.
65. Es conveniente que los neófitos reciban la
sagrada Comunión bajo las dos especies, junto con sus padrinos, madrinas, papás
y esposos católicos, y con los catequistas laicos. Es conveniente también, con
el consentimiento del obispo diocesano, donde las circunstancias lo aconsejen,
que todos los fieles reciban la sagrada Comunión bajo las dos especies.
66. ANTÍFONA DE LA
COMUNIÓN 1 Cor 5, 7– 8
Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado.
Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de
sinceridad y verdad. Aleluya.
Conviene
cantar el salmo 117.
67. ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que,
saciados con los sacramentos pascuales, vivamos siempre unidos en tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
68. BENDICIÓN SOLEMNE
Que Dios todopoderoso, los bendiga en este día
solemnísimo de la Pascua y, compadecido de ustedes, los guarde de todo pecado. R/. Amén.
Que les conceda el premio de la inmortalidad aquel que
los ha redimido para la vida eterna con la resurrección de su Unigénito. R/. Amén.
Que ustedes, que una vez terminados los días de la
Pasión, celebran con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, puedan
participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua eterna. R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes
y permanezca para siempre. R/. Amén.
Puede
usarse también la fórmula de bendición final del ritual del bautismo de los
adultos, o de los niños, de acuerdo a las circunstancias.
69. Para despedir al pueblo, el diácono o, en su
ausencia, el mismo sacerdote canta o, dice:
Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan
en paz, aleluya, aleluya.
O bien: Pueden ir en paz, aleluya, aleluya. Todos responden:
R/. Demos
gracias a Dios, aleluya, aleluya.
Esta
fórmula de despedida se utiliza durante toda la octava de Pascua.
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