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jueves, 25 de marzo de 2021

Víacrucis en familia 2021

 Víacrucis en Familia

Para realizar en casa con la familia

y colaborar en el cuidado de nuestra salud.

 

 

Presentación

 

Queridas familias, les presentamos el viacrucis en familia para realizar en sus casas los viernes de esta cuaresma 2021, pues, por motivos de la crisis de salud, aún no podemos salir a realizarlo en los centros pastorales.

 La Iglesia nos muestra hasta qué punto considera la familia como el sostén de la vida cristiana y el eje de la nueva evangelización, pilar de la sociedad civil.

 Ésta es una gran oportunidad para que, en nuestros hogares, el tiempo cuaresmal nos ayude a reflexionar en familia para motivarnos a la conversión y realizar acciones solidarias.

 Instrucción

Para preparar nuestro vía crucis en familia vamos a adaptar según el espacio de la casa y, según nuestra creatividad, una ruta por las habitaciones, o si tenemos jardín, patio, terrazas, nos adaptamos al espacio con que contamos; por otra parte, si por alguna circunstancia no podemos trasladarnos, permanecemos en el espacio más adecuado a nuestra situación.

 Algunas sugerencias: 

 Elaborar con nuestra familia las cruces o las imágenes que marcarán las estaciones, así como los letreros con número y descripción de cada una, ej.: I ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE. 

 En otras circunstancias, poner en el lugar apropiado una mesa con una cruz, la imagen de la Virgen, una veladora, una maceta o flores.


ORACIÓN PREPARATORIA:

 Señor: Somos familia. Vivimos en familia. Somos tu familia, tu pequeña  Iglesia Doméstica. Igual que la Iglesia, nuestra familia tiene un camino que recorrer. Igual que tu Pueblo en el desierto, también nuestra familia está llamada a dejar sus esclavitudes; a caminar en la fe por el largo desierto de las pruebas y dificultades, a caminar entre fidelidades e infidelidades por el desierto de la esperanza humana y cristiana.

 Señor: al recorrer contigo este camino de la cruz, queremos hacerlo como familia. Queremos vivir tu Vía crucis como vives el nuestro. Si nuestro Vía Crucis es, en parte, causa del tuyo, ahora queremos que el tuyo sea causa de nuestra esperanza de que juntos podemos enfrentar los retos de salud, economía, tensiones, que ha provocado en nuestra familia, el CoVid 19.

 En cada familia, Señor, hay una Cruz grande, la tuya. Es la Cruz que preside nuestras pequeñas y grandes cruces. Es la Cruz que ilumina las sombras que sobre nosotros proyectan a diario nuestras cruces.

Que, al recordar y recorrer juntos, este Vía crucis, podamos unirnos todos un poco más a ti, y a la vez, unirnos un poco más entre nosotros, que juntos, podamos ayudarnos a compartir nuestras cruces, a fin de que solidarios en nuestro caminar, nos hagamos igualmente solidarios en nuestras esperanzas pascuales con todo hermano que sufre. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

  Amén.

VÍA CRUCIS EN FAMILIA

 

Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de (Mt. 10, 38)

 Que la meditación de tu Pasión y Muerte nos ayuden, Señor, a seguirte de cerca, salvador nuestro, juntamente con quienes nos permites compartir los  dones maravillosos de la vida y la familia.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 SEÑOR mío Jesucristo, que anduviste con tan grande amor este camino  para morir por mí, y yo te he ofendido tantas veces apartándome de Ti por el pecado; más ahora te amo con todo mi corazón, y porque te amo, me arrepiento sinceramente de todas las ofensas que te he hecho. Perdóname, Señor, y permíteme que te acompañe en este camino. Voy a recordar que moriste por mi amor, yo también quiero vivir y morir por el tuyo, amado Redentor mío. Si, Jesús mío, quiero vivir siempre y morir unido a Ti.

 

I Estación. Jesús es condenado a muerte

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

 

Lectura del Evangelio según san Marcos 15, 12-13.15

 

Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: ¿Qué hago con el que llaman rey de los judíos? Ellos gritaron de nuevo: ¡Crucifícalo! Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Meditación: Qué fácil nos resulta a nosotros condenar, acusar y juzgar. En vez de reconocer nuestras debilidades personales de esposos, de padres, de hijos, de hermanos, preferimos acusarnos mutuamente. Nuestro hogar se convierte, muchas veces, más que en espacio de amor y cariño, en un tribunal que acusa, juzga y condena.

 

Señor: danos luz para reconocer y confesar nuestros errores, en vez de cargárselos a los demás; danos el coraje de aceptar las llamadas de atención que nos vienen de nuestros seres queridos, sin rebelarnos contra ellos por más que nuestro orgullo y amor propio se sienta herido. Señor: que en nuestro hogar no haya víctimas. Que cada uno esté al servicio de los otros para que todos nos experimentemos libres.

Amén

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí. 

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros 

 

 

 II Estación. Jesús con la cruz a cuestas

  

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según san Marcos 15, 20

Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto rojo y le pusieron su propia ropa. Los soldados lo sacaron para crucificarlo.

Meditación: En nuestro caminar por la vida, cuánta cruz hemos dejado caer sobre los hombros del otro. Hemos entendido el amor más como el deseo de ser servidos, que nosotros ponernos al servicio del otro. Imponemos a los demás que nos aguanten, que nos acepten. Sin embargo, qué difícil nos resulta cada día “soportar” al otro en sus debilidades, en sus caprichos o en sus flaquezas.

Resulta fácil compartir los momentos de alegría en la vida, pero no aguantamos los malos momentos, los días difíciles, los estados de ánimo de los que viven con nosotros. Nos es más cómodo dejar al otro caminar a solas con sus propias penas y dificultades a que nos fastidie con sus quejas, sus lamentos, a veces, somos insensibles, aún ante su sufrimiento palpable. Conseguimos así burlar el peso de la cruz y los dejamos solos con ella.

 

Oración: 

Señor: que el otro encuentre siempre en mi al compañero con quien compartir el peso de sus penas y dolores.  

Señor: que, como padres, sepamos llevar gozosos la cruz que significa el dolor de engendrar, hacer crecer y ayudar a madurar humana y cristianamente a nuestros hijos. 

Señor: que, como hijos, sepamos aceptar las diferencias de nuestros padres: su modo distinto de pensar, su manera diferente de ver las cosas y que, en sus momentos de dolor, podamos ayudarles a descubrir el gozo de su paternidad.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros

 

III Estación. Jesús cae por primera vez

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del profeta Isaías  Cf 53, 4-5

Eran nuestras dolencias las que Él llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban… El soportó el castigo que trae la paz, por sus llagas hemos sido curados.

Meditación: En la familia, se dan muchas caídas. Habíamos soñado con un amor limpio, un amor desinteresado, generoso, un amor a toda prueba. La vida nos dice lo contrario. Ni es tan desinteresado ni tan generoso como creíamos. Caemos fácilmente en la tentación de sentirnos que somos superiores a los demás, que nuestro parecer y nuestras acciones son mejores que las de los

otros, que podemos disponer del tiempo de los demás a nuestro antojo, de nuestro dinero, nuestras cosas, que son “nuestras”, que siguen siendo “mías”. Incluso, caemos en la fácil tentación de pensar que nuestro corazón sigue teniendo opciones y libertades sin considerar el bien de los demás, es fácil engañarse y pensar que son los pecados de los otros, y no los míos, lo que llevaron a Jesús al patíbulo. Ésa es también la razón por lo que pido pocas veces perdón en casa. Perdonar, dejarse perdonar, agradecer el perdón y enseñar a perdonar: el Señor ha venido a curar a los pecadores. No le encontraré si me considero bueno y libre de faltas, si sigo en mi egoísmo y no me abro a los demás.

Oración:  

Señor: reconocemos que somos humanos y por eso mismo, débiles, y limitados. Danos la capacidad de amarnos, como Tú nos amas, aun desde nuestras flaquezas; que cuando alguno tenga que besar el polvo de la humillación por haber sido infiel a las exigencias amorosas de los demás, que el amor sea más fuerte, nos levante, cure y ponga en pie.  

Señor: que nuestro amor de familia sea más fuerte que nuestras caídas en la vida diaria.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros


IV. Estación. Jesús encuentra a su madre María

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según san Lucas 2, 34- 35.51

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: “Éste niño ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, y a ti misma una espada te traspasará el alma, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones”. Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Meditación: En el caminar hacia el Calvario hubo muchas ausencias. El dolor suele ser el momento de las ausencias humanas. Pero, también, ha sido el lugar, el momento, la oportunidad del encuentro de las presencias maternas.

 Por eso, en el camino de la Cruz no podía faltar la Madre. Las madres son como las raíces de los árboles. Dan vida y luego se ocultan en el silencio de la tierra para no ser vistas mientras se recolectan los frutos de las ramas. Sin embargo, allí siguen ellas alimentando tronco, ramas y frutos. Cuando se secan las raíces todo se muere. Igualmente, todo se ensombrece cuando faltan las madres. A el Hijo de Dios nunca te faltó la presencia de su Madre,  María, menos en el camino de la Cruz.

Como a María, la Madre, la oración y la meditación de la Palabra nos permiten mirar a Jesús a la cara, en el tiempo de adversidad, las dificultades, la enfermedad y la muerte, también nosotros podemos encontrarnos con ÉL.

Oración: 

Señor: gracias por el corazón que has dado a cada una de nuestras madres y que tantas veces es el único corazón que nos queda para ser amados. 

Señor: gracias por las madres que han sido capaces de renunciar a su felicidad por ser fieles a la voz de la maternidad y al cariño de sus hijos. Que podamos recordar y agradecer su presencia en el vía crucis de la vida. Da a nuestras madres la recompensa que merece su entrega.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros

 

V. Estación. Simón el Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

 

Lectura del Evangelio según san Lucas 23, 26

 Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.

Amar, Señor, es expresar la riqueza de nuestro corazón y, a la vez, también su gran pobreza. Para amar necesitamos siempre del otro, para poder amarlo para sentirnos amados. El amor humano es eso: abundancia e indigencia, riqueza y pobreza.

Meditación: Sentir que alguien nos necesita es experimentar nuestra grandeza. Sentir la necesidad de alguien a nuestro lado es abrirnos los ojos a nuestras propias necesidades.

En nuestro caminar de familia han pasado muchas cosas: nuestro orgullo nos impide muchas veces manifestar la necesidad que tenemos de los demás. Nuestro egoísmo nos hace prescindir de ellos. Muchas veces le hacemos sentir a los demás que ya no nos interesan, que ya no nos son necesarios en nuestra vida, están ahí como algo inútil que ya no sirve.

¡Cuántas veces el trabajo, las amistades, las aficiones, son más importantes que nuestro esposo o nuestra esposa, nuestros hijos o nuestros padres!

¡Cuántas veces hacemos algo por el otro como si fuera un favor! La presencia del hermano ya no nos une ni enriquece. Que la convivencia en familia, especialmente en esta enfermedad que nos obliga a permanecer siempre juntos, nos ayude a llevar nuestras cargas mutuamente.

Oración: Señor: haznos lo suficientemente humildes para que podamos superar nuestra autosuficiencia y volvamos a sentir la necesidad del calor humano del otro. Devuelve a nuestros corazones el amor sincero y necesitado que nos haga capaces de aceptar el don que el otro nos ofrece en  nuestro núcleo familiar y sepamos ayudar y dejarnos ayudar en nuestras necesidades.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros

 

Vi. Estación. Verónica limpia el rostro de Jesús

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del libro de los Salmos 27, 8-9

Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor. No me escondas tu rostro. No rechaces con ira a siervo, que eres mi auxilio; No me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación.

Meditación: Encuentro el rostro del Señor cuando lo descubro en quienes padecen a mi lado. Sin embargo, a veces, la indiferencia ante el cónyuge, los hijos, ante el enfermo, ante el dolor de un ser querido, ante el pobre que no tiene lo indispensable para una vida digna y más aún, ante los pobres que no te tienen a ti, se hace palpable duramente palpable pues no encontramos a nadie que se parezca a Jesús.

Por otra parte, quienes somos padres, tenemos el compromiso de plasmar la imagen y semejanza de Dios en cada uno de nuestros hijos. Ellos son el rostro de la belleza y el amor divinos. Señor que podamos encontrar en la familia y en los necesitados el rostro de Cristo que tanto anhelamos.

 Oración: Señor: que cada uno experimente la alegría y el gozo de ser un rostro vivo de amor, que como esposos seamos el rostro de tu alianza salvífica con el hombre, que nuestros hijos, también sean reflejo de tu rostro y no destruyan ni estropeen su belleza impresa en ellos por la gracia del Bautismo. Y que todos podamos descubrir tu rostro en el enfermo y necesitado que camina a nuestro lado.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros

 

VII. Estación. Jesús cae por segunda vez

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

 

Lectura del libro de los Salmos 22, 8.12

 Al verme se burlan de mí, hacen muecas, menean la cabeza. Pero tú, Señor, no te quedes lejos, que el peligro está cerca y nadie me socorre.

Meditación: Los respetos humanos, el miedo a ser reconocido como discípulos del Señor, nos acobardan y retraen. Qué fuerza tiene el testimonio de esas familias que bendicen la mesa en público, se arrodillan ante el Santísimo y rezan unidas. Que en nuestra familia todos sepamos permanecer junto a Dios y vivir las expresiones de nuestra fe cristiana aún en medio de un ambiente difícil y hostil, pues muchas veces el miedo de hacer las cosas de manera diferente a como las propone el mundo, nos lleva a quedarnos estáticos, como aplastados por el peso de la cruz. Es de cristianos mantenerse firmes, pues sólo estando en pie será posible ayudar a que se levanten los que han caído, manteniéndonos firmes en la esperanza, podemos dar seguridad a los que vacilan.

Oración: Señor: que los miedos, los fracasos, las caídas, el temor al qué dirán, no impidan que nos levantemos y sigamos contigo en el camino. Que si alguno ha tropezado en nuestra familia o comunidad pueda sentir, que tiene un lugar seguro preparado en nuestra casa, que todos esperamos su retorno.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros

 

VIII. Estación. Jesús consuela a las mujeres que lloran por él

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.


Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 27-28

 Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y por sus hijos.

Meditación: En muchas ocasiones nos dejamos abrumar por nuestros problemas y nos olvidamos de los que sufren a nuestro lado, a veces en la misma

casa. Jesús, en el camino al Calvario, no piensa en sí mismo, sino en nosotros, la causa de su sufrimiento. Que tengamos una fe fuerte que nos haga misericordiosos como él, que en cada familia haya apertura para la amistad y servicio a los demás; que no se encierre en la comodidad de sus propios planes o deseos. ¡Qué fácil resulta encerrarnos en nuestra propia felicidad…! ¡Cuántas veces la felicidad de nuestro hogar se hace cortina de humo que nos impide ver y compartir el dolor de otros hogares que sufren hoy, de manera especial por esta pandemia...!

Oración: Señor: que la felicidad de nuestro hogar no nos impida ver la verdad de tantas personas sin ganas y motivos para vivir. Que el bienestar de nuestro hogar no sea para nosotros solos sino que podamos compartir con aquellos que menos tienen. Abre nuestro corazón y así como Tú te compadeces de nosotros, cada uno pueda compadecerse y abrir su corazón a los demás.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros


IX. Estación. Jesús cae por tercera vez

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura de la 2° carta del apóstol Pablo a los Corintios 5, 14-15

 Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.

Meditación: Cae Jesús una y otra vez, y se vuelve a levantar. Pidamos en esta estación que en nuestra familia no triunfe nunca la amargura del derrotado. Que sepamos, tener confianza en Él que nos ha conseguido la victoria definitiva.

Oración:  

Señor, caes en todos los que caen, pero no para dejarlos caídos, sino para que se levanten contigo. Tú caes allí donde cada uno de nosotros fracasamos y nuestros fracasos te duelen, como si fuesen tus propios fracasos. No nos quieres ver caídos, no nos quieres ver vencidos. Tus caídas son otra forma de solidaridad con nuestras debilidades. No permitas,  Señor, que en mi familia triunfe nunca la amargura del derrotado. Que sepamos imitar tu ejemplo al levantarnos otra vez con la confianza puesta en ti que nos has conseguido la victoria definitiva, y vives y reinas por los siglos, Amén.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros


X. Estación. Jesús es despojado de sus vestiduras

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según san Juan

 "Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo."

Meditación: Para morir basta bien poco, hay que despojarse de todo. Nuestra vida nace desnuda. Le sobran los trapos. Le sobra todo. Al que ama de verdad no le hacen falta muchas cosas. La vida, por el amor, es ya de por un don.

Llegado al Calvario, desnudaron al Señor, le quitan lo poco que le quedaba: la túnica. Ahora

sólo le queda la piel del cuerpo y ella no toda, pues pedazos se han quedado pegados al madero por el camino. Para morir, no necesita más. Para amar, no necesita más. Para resucitar no necesita más.

Muchas veces, nosotros sustituimos el amor de padres, el tiempo de padres, el espacio de padres, regalando caprichos, gustos, al espíritu novelero e inmaduro de nuestros hijos. Pero lo superfluo no es necesario para la felicidad. Lo superfluo no nos hace mejores esposos ni mejores padres, en cambio, es posible que lo superfluo se convierta en lo que poco a poco va carcomiendo nuestro amor hasta dejarlo vacío.

Oración:  

Señor: que nunca nos falte lo necesario para una vida humana digna. No te lo pedimos regalado, sino que lo podamos ganar con nuestro trabajo. 

Señor: que no pongamos como seguridad de nuestro amor lo superfluo. Te pedimos que lo superfluo no sea jamás más importante que las personas. 

Señor: que no hagamos depender nuestra felicidad ni la felicidad de nuestros hijos de esas cosas superfluas al precio de sacrificar nuestras relaciones como familia.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros


XI. Estación. Jesús es clavado en la cruz

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Juan 19, 16.19

 Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: “Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos”.

Meditación: La vida en este mundo se realiza en medio de adicciones, dinero, poder, espectáculos, sexo, droga, vicios, … En contraste, el reinado de Cristo se realiza a través de la entrega y donación de Él mismo, atravesado con calvos a un madero, por amor. No ha venido a explicar el sufrimiento, sino a llevarlo con nosotros.

Cristo está en cada una de las familias que sufre la pérdida de uno de sus miembros, en cada médico y enfermera que experimenta la impotencia de ver partir a los enfermos. Ellos viven el martirio de la cruz en estas experiencias de dolor.

 

Oración:  

Señor: que en nuestro amor familiar, sintamos la misma libertad del corazón que Tú sentías al ser clavado en tu Cruz, que seamos siempre fieles a nuestro compromiso de fidelidad y donación como Tú fuiste fiel al compromiso de obediencia a tu Padre. Que podamos aliviar, con compañía y cercanía y solidaridad, el peso de la cruz de muchos hermanos nuestros, en nuestra familia y fuera de ella. Amén

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros

 

Xii. Estación. Jesús muere en la cruz

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 46

 Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró.

Meditación: Muere Cristo para redimirnos de nuestros pecados y ganarnos así la Vida eterna. La muerte del Señor da inicio a la fecundidad del Espíritu. Su muerte es el amanecer de su propia glorificación y la glorificación del amor del Padre. Se

tiene miedo a morir cuando se tiene miedo a correr los riesgos de la vida. Sólo el gozo de vivir es capaz de vencer el miedo de morir.

El amor tiene mucho de muerte, porque lo tiene todo de vida. La vida se paga a precio de muertes, de esas pequeñas y grandes muertes de cada día. La muerte de nuestros egoísmos, la muerte de nuestro “yo”, la muerte de nuestro tener, disponer, hacer.

Oración: 

 Señor: arranca de nuestro corazón los miedos que tenemos a morir el uno por el otro y haznos capaces de vernos resucitados el uno en el corazón del otro.  

Señor: descúbrenos la belleza de la vida, para que nosotros descubramos la belleza de la aceptación del morir. Revélanos la belleza de la vida para que tengamos menos miedo a morir a lo nuestro y nuestro corazón sienta la generosidad de compartirla.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros

 

Xiii. Estación. Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de  María, su, madre

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Juan 19, 26-27

Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre. “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”

Meditación: Los hombres, que entendemos poco a Dios, nos atrevemos a juzgarle. María responde con ternura de madre a quienes hemos tenido el valor de ajusticiar a su Hijo. La familia que reza el Rosario contempla a Jesús y a sus verdugos con los ojos de María y recibe bendiciones sin límite.

Jesús está muerto, sólo quedan en el Calvario los restos de una vida. Es la tarde de los silencios. La tarde de las soledades maternas.

El corazón de la Madre siente el silencio del hijo que se fue. Pero siente también la plenitud de la maternidad vivida, realizada y cumplida.

El Señor nos hizo para el amor. No podemos vivir sin amar y sin ser amados. Nacimos a la vida de familia como pareja, como un pequeño tronco de árbol frágil y débil. Pero poco a poco nuestro tronco echó brotes, ramas, hojas y flores, y así se fue armando día a día nuestro hogar, nuestra familia. Todo comenzó por dos que hacíamos uno solo. Luego ya no éramos solo uno sino varios. Éramos pareja. Fuimos familia. Sin embargo, la vida, Señor, nos ha ido dejando de nuevo el tronco sin ramas, sin flores nuevas. Nuestro hogar se ha ido poco a poco quedando cada vez más solo y sin canciones.

Oración:  

Señor: gracias, por esta paz serena de nuestros corazones de esposos, que aún hoy siguen calentándose mutuamente; gracias, por nuestros hijos que se fueron llevando en sus corazones un poco del fuego y del calor que les hicimos sentir a nuestro lado.  

Señor: gracias, por esas vidas tiernas de nuestros nietos que nos hacen olvidar un tanto nuestros años y nos hace revivir el gozo de nuestro pasado. Amén.

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros


XIV. Estación. Jesús es sepultado

 

P/. Te Adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Juan 19, 39-40

Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una emulsión de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos.

Meditación: Muerte fue la última palabra que los hombres pudieron decir sobre la vida de Jesús. Pero la última palabra nunca es la palabra humana, la última siempre es la palabra divina. Por eso, la última palabra no es la muerte sino la vida. Metido en el sepulcro, a la espera del tercer día, a la espera de que el grano de trigo de su fruto.

En el silencio del sábado santo baja Jesús a los infiernos y nos abre las puertas del Cielo. Suele Dios obrar en silencio y es en el silencio donde se le encuentra. Que en mi hogar reine la serenidad y la paz. Que sepamos acallar el ruido para rezar juntos, para hablar y para descubrir la hermosura de todo lo que has hecho, la hermosura especial de nuestra familia.

Oración:  

Señor: gracias porque el amor ha sido más fuerte que todas las dificultades y hoy nos abrimos gozosos a la esperanza del amor eterno.  

Señor: gracias porque nuestra fe se hace esperanza, incluso, frente a la realidad de nuestra propia muerte, gracias porque ni siquiera la muerte será capaz de apagar el amor. Amén

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

P/. Jesús, pequé: ten piedad y misericordia de mí.

R/. Pecamos, Señor y nos pesa. Ten misericordia de nosotros

  

OREMOS TODOS JUNTOS

Señor Jesucristo, tú nos has concedido acompañarte, con María tu Madre, en los Misterios de tu pasión, muerte y sepultura, ara que te acompañemos  también en tu resurrección.

Concede a todos los miembros de mi familia la gracia de ser fieles a tu amor  en el camino de la vida y que, con confianza en tu amor, logremos superar juntos esta pandemia Tú que vives y reinas por los Siglos de los siglos. R/. Amén.

 

 

 

1 comentario:

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